miércoles, 20 de agosto de 2014

El lugar donde viene a morir el amor

Enredadera que sube por un tronco torcido.
Las mejores cosas pasan cuando menos lo esperas, cuando estás tomándote una cerveza con amigos, o cuando acabas de llegar a un lugar totalmente nuevo donde todo el mundo es una mole gris sin rostro. 
Es mejor que no tenga nombre, así no pueden tocarlo, está a salvo. Sólo sabemos que sabe a café del negro y que suena al momento indicado, a rock sinfónico, a punk o a indie. Lo mejor es que nadie más puede saberlo.
Sabemos que se mira mejor bajo el objetivo de una cámara y que se está mejor tumbados en un balcón. Huele a libro viejo y a colonia masculina, a whisky con hielo y a chaqueta de cuero. A veces habla, de la música, que oye por los huesos y de los libros que devora. Habla de Tarantino, de la sociedad, de la inteligencia en las personas, de la apariencia y de lo que no se debe aparentar, habla con seguridad.
Se mueve con esa misma seguridad, con agilidad sorprendiendo en cada movimiento.
No tiene nombre pero es azul, más claro que la tinta de un boli y más oscuro que el cielo del norte, nosotros sabemos que color es y lo mejor es que nadie más puede saberlo, ni siquiera imaginándolo.

Mi perro buscando topos a ras de tierra.

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