domingo, 17 de agosto de 2014

¿Son los principios tan importantes como los finales?

                                                                  The begin.

<<La primera palabra de un libro contra la última. El saludo de dos futuros amigos contra la dolorosa despedida en el lecho de muerte de uno de ellos. El primer llanto de un bebé contra el último suspiro forzoso de un anciano. Toda la vida está formada de principios y finales, de variantes y constantes que marcan la existencia de esta miserable raza humana. >>



Comencemos analizando el nacimiento. Somos ratas arrugadas y lloronas. Monstruitos de apenas tres kilos. Que quede admitido. Para nuestra madre somos pequeñas granadas de felicidad y armonía, pero no, somos monstruos.
A lo largo de esa vida que se nos ha sido concedida, vamos pensando, vamos reflexionando. Simplemente con ese razonamiento que llega al alcance de los niños, se hace magia. Puede que esa palabra haya sido mancillada, como muchas otras, por la raza humana. Se han creado estereotipos de la magia, se ha convertido en un término muy relativo. En este caso, con magia me quiero referir a la curiosidad que tienen. Esa inocencia hace que la magia surja sola de ellos. No son Harry Potter, solo son niños que sacan sus propias conclusiones, que se convierten en filósofos sin saber lo que es la filosofía y sin haber estudiado conceptos, solo imaginan lo que para ellos es esa vida, le ponen nombres a las cosas. Los adultos se han consumido en su rutina y se han cegado. ¿Acaso un perro, con cola, con pelo, orejas y hocico, les parece extraño? Para nada. Han visto miles, millones de perros en su vida. Incluso han convivido con ellos, les han personificado, hablando con ellos, dando cariño. Pero para un niño, ajeno a esa normalidad e indiferencia por las cosas típicas, se sorprende y se agita al ver a ese perro. Ustedes tampoco se sorprenden de verse reflejados en un espejo, mientras que hemos podido observar como, por ejemplo un gato, reacciona cuando se ve, cree que es otro gato. Supuestamente hace gracia porque somos superiores mentalmente y somos muy inteligentes. En realidad es un bello engaño que nos hace nuestra propia mente.
 
Caramelos de violeta muy presentes en mi infancia

Fotografía de unos antiguos carnavales





Una vez superada esa época preciosa de disfrutar de  los placeres cotidianos eliminados por la absurda rutina, aterrizamos bruscamente en la adolescencia, donde el único interés es llamar la atención, conseguir drogas a toda costa, utilizar los estudios como papel higiénico (en el mejor de los casos), escuchar música insufrible y tener un carácter agresivo, estúpido e ignorante. La clave para ellos es quejarse. De hecho, de no ser por la falta de madurez se les podría calificar como adultos, ya que estos hacen exactamente lo mismo, de hecho se quejan los unos de los otros. Una dulce ironía (e hipocresía) teniendo en cuenta la fina línea que los separa. Los adolescentes se quejan de la falta de libertad que les dan sus padres, de lo que cuestan los estudios, de que sus novios les abandonan en la trágica miseria y de que los bombardeos en Gaza acaban con la vida de un número muy preocupante de personas. Ah, no, disculpadme, eso último se la suda porque no tiene que ver con su egocéntrica vida. Mea culpa. 


Evidentemente no hablo de todos los adolescentes, los hay muy diferentes pero, por desgracia es el concepto de jóvenes que ha creado la sociedad y me duele decir que en muchos, muchísimos casos, le sobra razón. 
Espiga silvestre resistente al tiempo,
tanto atmosférico como
cronológico.
En su defecto, y comparando con la definición de adolescente situada arriba, los adultos se quejan, cada uno de la vertiente política al gusto. Los de izquierdas se quejan de los de derechas y viceversa, los republicanos se quejan de que hay una monarquía y los monárquicos se quejan de que los republicanos se quejan. Sin duda alguna, el caso es quejarse. Todo el país se queja de la poca libertad que da el gobierno, eso sí, la tregua es segura si hay un mundial de fútbol, el motín se distrae con una pelotita y dos palos. Estamos de acuerdo con que somos una raza perfectamente evolucionada. Los adultos también se quejan del poco tiempo libre que les dejan sus trabajos, de que sus mujeres y maridos se acuestan con otros y los triángulos, cuadrados y hexaedros amorosos que sufren, muy diferentes a los de las vidas de sus hijos adolescentes. Que no se note la ironía, por favor. 
Cerveza "Estrella Galicia"


Por último, llegamos a la fase de preparar el cementerio, pues quedan los sabios que nadie escucha y lloran con rencor sabiendo el ignorante camino que escogen sus hijos y nietos. Los ancianos son la variante humana que más se debería respetar, mientras que son los menos escuchados, los más ignorados y lo que más debería avergonzar a todas las generaciones anteriores a ellos, los más considerados una carga. Se les mete sin consulta o ignorando su opinión en un lugar triste, apagado y aburrido donde se cuentan las mismas historias.
Muchos ancianos que deberían haber sido respetados han muerto monótonos en sus mismos pensamientos y consumidos en el bingo y dentaduras postizas. Los ancianos deberían morir sabiendo que simplemente van a descansar después de toda una vida aprendiendo y habiendo aprovechado cada momento. 
Una pena que seamos estúpidos, ciegos y sordos. Una pena también, que aparte de lo ya dicho, no seamos mudos.
Agapanto. Su flor envejece poco a poco de manera que observamos el cambio
en diferentes flores del racimo que posee.

Lo mejor que puede hacer el ser humano es reconocer su estupidez y no negarla, admitir que hay un final, que sin cosas buenas no hay cosas malas, no hay morenos sin rubios, no hay rojos sin fascistas y no hay principios sin finales. 




The end.



1 comentario:

  1. "Muertos en sus mismos pensamientos, consumidos en el bingo y sus dentaduras postizas" Me encanta.

    ResponderEliminar